Thich Nhat Hanh, Maestro Zen
De esta forma traes la mente a casa con tu cuerpo. Uno se vuelve plenamente vivo en el aquí y ahora. Sólo toma tres segundos esto. Cuando estás plenamente en el aquí y ahora entras en contacto con tu cuerpo, tus sentimientos, tus percepciones, tus formaciones mentales, con tu conciencia. Entras en contacto pleno con la vida y todo a tu alrededor. Sientes amor. El amor tiene el poder de sanar, nutrir y de traer felicidad. Basta ver una madre con su bebé en brazos para darnos cuenta. Si el bebé llora y no sabemos porqué el abrazo de su madre lo calmará, también sus palabras aunque el niño no entienda el significado. Esta madre está sólo enfocada en la atención hacia su hijo. Nada más. La atención correcta transformó ese sufrimiento en paz. Ese mismo efecto tiene en nosotros mismos. No requiere ningún esfuerzo. Para empezar bastaría en prestar toda la atención correcta al inhalar, que es como nutrirnos y al exhalar que es como la válvula de escape a todo sentimiento negativo. Sólo eso, la atención de ese movimiento de respirar del inicio al fin. En nuestra vida diaria nuestro cuerpo esta allí y la mente allá ocupada en pensamientos. Así estamos desconectados, ausentes. Es imposible amar, tener compasión o felicidad en ese estado. El practicar respirar concientemente te permite estar presente nuevamente. La atención correcta enfocada a lo que estás haciendo te permite optimizar la calidad de tu labor que se refleja en mayor calidad de los resultados. Te permite estar concentrado en el aquí y ahora. Sin distracciones. Es tan simple!. La práctica como una rutina se transforma en un hábito. Ese hábito se convierte en una nueva calidad de vida. Cuando un ser humano puede soportar su propio silencio mental, es un hombre libre. Séalo. @SV
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